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martes, 20 de marzo de 2012

El Modelo PC-céntrico, la tiranía del derroche


La eclosión y universalización del PC tuvo éxito gracias a que transformo un recursos escaso y carísimo, por una más sencilla, más barata, y al alcance de cualquiera, “un PC en cada casa, todos ellos corriendo Windows” era la gran visión de Bill Gates al frente de Microsoft, empresa que lidero la nueva era del PC. Con el tiempo se generó un ecosistema de hardware y software que dio forma a la gran industria informática que conocemos hoy, convirtiendo el PC en una herramienta universal de trabajo. Además, conectados por medio de redes a servidores y sistemas de almacenamiento los usuarios empezaron a compartir ficheros y recursos. Con los Pcs los usuarios podían usar individualmente su PC para ejecutar sus programas pero también podían utilizarlo para acceder a los programas y ficheros de los servidores centrales. El modelo llamado “Cliente-servidor” se convirtió en el modelo que definiría la informática corporativa, un modelo que predomina a día de hoy.

Pero hemos aprendido que la informática cliente-servidor es extremadamente ineficiente cuando los sistemas informáticos y las redes corporativas de las organizaciones aumentan de tamaño y complejidad. Y esa es la cuestión principal. La informática basada en el PC y el modelo cliente/servidor ha crecido en los últimos 30 años desde unas raíces simples y sencillas, hasta un modelo de inmensa complejidad que solo es posible gestionar parcialmente a golpe de talonario. El PC es una gran historia de éxito de la tecnología, pero el ecosistema hardware y software que lo conforma es a día de hoy poco sostenible, donde incluso la gestión, la adquisición y el ciclo de vida de nuestro hardware y software son poco razonables. Por otro lado, es innegable que de alguna forma los síntomas y consecuencias de esta complejidad están siendo evidentes para la mayoría de las personas que lideran empresas y organizaciones.

La virtud inicial del modelo, se ha convertido en un problema de difícil solución. El modelo ha llevado a las empresas a destinar de media más de un 70% de su presupuesto tecnológico a pura operativa, lo que popularmente llamamos mantenimiento. Aproximadamente el 30% restante corresponde a la adquisición de nuevas infraestructuras hardware y software. Cada vez que una organización adquiere una nueva aplicación tiene que adquirir un conjunto de equipos o servidores destinados a ello, equipos y recursos que normalmente estarán muy por encima de la capacidad de carga ideal, adquiriendo activos sobredimensionados. A más aplicaciones, más servidores y recursos hardware, más reprogramaciones, más mantenimientos, más equipos sustituidos, más traspasos, más actualizaciones, más software, más errores, más dependencia, más recursos para garantizar la seguridad, y por supuesto, más personal contratado y un espectacular aumento del consumo eléctrico. De esta forma hemos llegado a un escenario en la que las empresas disponen de sistemas informáticos tremendamente complejos, parcheados y siempre a punto de superar el umbral del caos. Sistemas voraces, en los que hay que invertir cada vez más dinero y esfuerzo simplemente para mantener “las luces encendidas”.

Pero algo está cambiando, el escenario PC-céntrico tradicional está explotando en una multitud de dispositivos, sistemas operativos y arquitecturas. Nuevas experiencia de colaboración online en el mundo post-PC, un mundo más móvil, social, visual y virtual. Una era donde se abren infinitas oportunidades para llegar a la empresa eficiente e innovadora que tanto tiempo llevamos buscando.