"David de Ugarte nos pone otra vez la reflexión sobre la mesa: ¿Redes sociales o redes de control social? Tiene que ver, cómo no, con la masificación de las redes sociales basadas en Internet entre una ciudadanía que pudiera no ser consciente de lo que hace. Simple, simple: zanahoria social para alimentar de datos al monstruo del que luego se extraerá información para que sigamos siendo, más que personas, consumidores.
Riddestrale y Nordstrom siguen llevando razón: la nueva religión de esta época es el consumo. Pero el centro comercial ha encontrado otro gran aliado: las redes sociales. ¿Para qué extraer hábitos de compra e información personal de nuestras transacciones comerciales clásicas? Mucho más sencillo: tiramos de los terabytes de huellas digitales que vamos dejando por las redes sociales basadas en Internet y ahí está el negocio. Información convertida en arsenal para el consumo.
David de Ugarte habla de alfabetización. Es el mismo argumento que suele usar Tíscar Lara: tenemos que ser competentes y tenemos que ser críticos. Es necesario conocer las repercusiones de nuestros actos al etiquetar una foto con el nombre de una persona. No es lo mismo la etiquetación social de contenidos que la etiquetación social de personas. Claro que puede ser útil la etiquetación, pero sé consciente de que hay ciertos límites.
¿Somos cascarrabias? ¿Protestamos contra una maquinaria que nunca podremos detener? Mi respuesta es la fragmentación, aunque no sé si realmente es eficaz. Se trata de dejar migas dispersas en diferentes lugares. En el fondo, es un problema de confianza: ¿en quién confías y hasta dónde? Si habláramos de personas tendríamos sensación de mayor control, pero si hablamos de empresas, de grandes corporaciones que viven de su ánimo de lucro, todas las prevenciones son pocas.
Estate alerta. Toneladas de datos tuyos inundan la red. La gente a tu alrededor los va dejando, al igual que lo hace la Administración. Eres analizable por los cuatro costados. Te has convertido al estado líquido y hay laboratorios especializados en análisis de líquidos. Saben cómo va mutando tu composición química. ¿Relájate y disfruta? No sé qué decirte. Mejor adquirimos la cultura necesaria. Por ejemplo, Juan Carlos Lucas anda llevando a su blog las ideas de Zygmunt Bauman sobre la identidad: “La construcción de identidad implica el triple desafío (y riesgo) de confiar en uno mismo, en otros y también en la sociedad.” De nuevo la confianza. Jodido asunto.
En fin, estoy nervioso con el cariz que todo esto va tomando. Hace un par de días escribí Facebook o la gestión de tu identidad. Quizá estoy entrando en fase complusiva. Cada vez es más fácil sentirse controlado. Alfonso Vázquez subtitulaba su último libro Estrategias de la imaginación: Innovación y conocimiento en las sociedades de control. Y hablaba de diferentes tipos de controles. Todos tienen en común que han abandonado la línea recta. Ahora trabajan con información y juegan a crear condiciones para que nos explayemos. En los datos que generamos está su poder. Es un control que bebe de la ensalzada y desvirtuada libertad de expresión, donde la autonomía es un requerimiento previo, tal como apuntaba Antonio Negri. O, como Gilles Deleuze decía:
En las sociedades de control, lo esencial ya no es una marca ni un número, sino una cifra: la cifra es una contraseña (mot de passe), en tanto que las sociedades disciplinarias están reguladas mediante con-signas (mots d’ordre) (tanto desde el punto de vista de la integración como desde el punto de vista de la resistencia a la integración). El lenguaje numérico de control se compone de cifras que marcan o prohíben el acceso a la información. Ya no estamos ante el par “individuo-masa”. Los individuos han devenido “dividuales” y las masas se han convertido en indicadores, datos, mercados o “bancos”.
Ánimo, que hay mucho por hacer. ¿Crees que vivimos ya en el panóptico de Bentham?"